Es mi último día en Montreal. La frase del título de este último post es lo que pone en las matrículas de los coches de Québec, y la hago mía. Este blog, que empezó siendo una forma de comunicación y una opción entretenida para hacer la Memoria del PALE, va a permitir que mis recuerdos no sean tan fugaces como en otras ocasiones. Así que sí: "Québéc, je me souviens" (yo lo recordaré con cariño, pero el sentido de la frase en las matrículas de los coches es que el imperio británico los invadió, y ahi siguen recordando, tos rencorosos).
En Montreal, como en cualquier ciudad del mundo, existe gente pidiendo en los supermercados, vagabundos en los cajeros automáticos, bocinazos en los semáforos, y algún gañán que tira el envase de la hamburguesa en el suelo...no es el paraiso impoluto e ideal que se nos pinta, ni falta que hace. El peor viajero es el que no percibe más allá de los estereotipos, y suelen ser irreales.
A pesar de eso, o como consecuencia de su esencia mundana, Montreal engancha. Quizá los rascacielos de Toronto sean más bellos; probablemente el conjunto histórico de la ciudad de Québec sea más impactante; pero... Montreal es contraste, también fusión. La mezcla entre lo histórico y lo moderno, sus calles multiétnicas, la espectacular naturaleza del lugar donde se asienta, su estilo americano con fondo europeo, dónde nadie se siente extranjero porque todos lo son...todo y más, hacen de Montreal la mejor opción para descubrir Québec, también Canadá.
De esta ciudad plurilingüe, tolerante y abierta, emblemática, latina y sajona; de esta ciudad amable para el viajero, segura para el turista, dinámica y tranquila; de esta ciudad que suena a jazz y a rock, también a salsa y a bachata; de esta ciudad histórica y vanguardista, educada y alegre; de esta ciudad cosmopolita y multicultural; de esta ciudad...me quedo con la simpatía y la cordialidad que durante 25 días me han regalado los canadienses (o quebequenses, según se mire) que he tenido la suerte de conocer.
No me quiero olvidar de mis compañeros de Escuela, con los que he viajado por muchos más países sin salir de Montreal; corroborando que, en el fondo, sólo nos diferencia el pasaporte. Y con ellos me llevo una casa en Austria, otra en Suiza, y dentro de unos años, probablemente, un Consulado.
Ni me olvido de vosotros, los que día a día me habéis acompañado en este viaje desde casa o desde la oficina, también desde la playa (me consta). En principio esto era para mi familia y para mis amigos, pero a alguien le pareció que era un derroche tan poca audiencia y me colgó por ahí por los cibermundos. Así que no tengo ni idea de quién me lee, en cualquier caso espero que mi viaje os haya sido resultado entretenido, para mí ha sido genial.
À bientôt, mes amis ¡ ... Au revoir, Montréal ¡¡¡