lunes, 10 de enero de 2011

Amsterdam (II)

Con los brazos cruzados y la mirada perdida en las sublimes pinceladas de "Los Girasoles"debo tener una imagen culturalmente impactante. Pero a estas alturas ya no os engaño, a mi también me gustaría disfrutar con el arte pictórico como aparentan que disfrutan los que abarrotan las salas del Museo Van Gogh pero... me aburro soberanamente. Sí, ya lo dije. Puedo tirarme 10 horas pateando una ciudad, viendo sus edificios, sus gentes, sus tiendas, cualquier detalle cotidiano me suscita interés, pero el cansino caminar de cuadro en cuadro me agota, me aturde, me desquicia. Bien que lo siento, no sé sacarles jugo a estas obras de arte, me debe faltar algún gen. Así que lo más me gustó del Museo de Vang Gogh fue la terraza de donde se veía el magnífico edificio que acoge al Rijksmuseum.

No pasa nada, ha sido lo único que no me ha gustado de la ciudad. Bueno, algunos precios tampoco. La pinta de cerveza de la foto en una terraza en pleno casco histórico costó 2,5 €, lo mismo que el billete de metro (el más caro de todas las ciudades que he visitado), igual el de tranvía. Así que nos hemos visto obligado a tomar la justicia por nuestra mano para reducir a la mitad el precio, a todas luces desorbitado, del transporte público  ¿cómo?...pues pagando una vez sí otra no, eso sí, sin ánimo delictivo,  simple reivindicación social. Este ánimo educativo también lo tienen ellos:
unos chavales de uno 18 años cruzan la calle con el semáforo en rojo, la policia les increpa no muy dulcemente (con 25 consonantes en cada sílaba) y, sabiéndose mirados por un público expectante (nosotros lo que más), vuelven a cruzar sumisos y resignados (y otra vez en rojo -paradojas de la educación policial-) para pasar en verde. Oh ¡, sin duda exclamaréis, qué magistral clase de educación cívica ¡, y luego posiblemente hagáis comparaciones por el previsible proceder que se esperaría de los mismos protagonistas en España. Pero ya sabéis que disfruto deshaciendo mitos: aquí los pasos de peatones se respetan ná más que regular, además, una vez esquivado el coche, puedes ser perfectamente arrollado por una bici; el metro está más bien guarro, con colillas incluidas; y las holandesas no llevan un cántaro de leche en la cabeza. Por lo demás, todo previsible.

Bueno, no todo. Anoche entramos en un tranvía y el cajero, también conocido como Farruquito, me preguntó si éramos italianos, no lo somos, pero debió pensar que los españoles también podemos ser mafiosos sin escrúpulos. Le di un billete (esta vez tocaba pagar)  y me devolvió, a sabiendas, más dinero que el que me correspondía, no me di cuenta, le pedi los tickects, él se reía y no me los daba, los retiraba de la mesa y me decía que ya estaba todo. Entonces lo comprendí: me reducía el precio a pagar a cambio de no darnos los billetes... los euros pa su saca. Qué cabrón el Farruquito. Espero que las autoridades holandesas lean este blog y sirva como denuncia de este personaje.

A pesar de Farruquito, la ciudad es muy recomendable. El centro histórico de Amsterdam se puede recorrer a pie, cada rincón es una parada para echar una foto porque todo te gusta, todo tiene buen enfoque (joder, no es por ná, pero peazo foto la de la izquierda). El Barrio Rojo es una experiencia inconcebible en otras ciudades, por respeto (y por temor a la multa) no hice ninguna foto de las chicas que se exhiben con descaro en los escaparates. En los Coffee Shops puedes pedirle al camarero en la misma frase un menta poleo y dos gramos de marihuana... y así es Amsterdam, tolerante con naturalidad, sin estridencias.
Algún día volveré. Afscheid ¡¡¡ ... o hasta pronto, como mejor te salga.

sábado, 8 de enero de 2011

Utrecht

Desayunar en el hotel cuesta 22 €, imagínate el bufé. "Creo" que estaba incluido en el precio...y ese verbo puede resultar, que lo sé, muy traicionero. Realmente el único que me lo ha garantizado (con gestos) es un camarero que después me ha dicho sin ton ni son: "el cóndor pasa" testimoniando así, eso cree él,  que sabe español. Tiemblo por lo que me pueda venir (cargado a mi tarjeta). En fin, que nos hemos puesto bien, sobre todo yo.

 Si te vas a una estación de tren donde no hay nadie que te atienda  sino unas máquinas expendedoras que hablan en neerlandés posiblemente te pasarán dos cosas de signo contrario. La buena es que como no te enteras no pagas, la mala es es que coges el tren en sentido opuesto al que querías. Esta última ircunstancia te obliga a bajar en una estación con gente, la de Shiphol, y allí ya te entonan hacia donde tú quieres ir (pero esta vez pagando). En el trayecto, en contra de lo que pudieras pensar, no hemos visto ni vacas, ni tulipanes ni molinos: ha sido un idílico transitar por polígonos industriales.

Utrecht es una ciudad que te suena por un Tratado que algún día estudiaste en historia pero del que hoy no sabes nada más que eso, que te suena. Está todo petao de gente porque no hace mucho frio, es sábado y hay rebajas. Lo más interesante de la ciudad es su catedral: hace años un huracán se llevo enterita la parte delantera, así que sólo queda la parte posterior y la Torre, tan grande que incluso puede haber ganado monumentalidad con el cacho que le falta por lo que el viento se llevó.

Si sigues el paseo posiblemente no pasará mucho rato antes de que llueva con fuerza, y como pasas por otra iglesia te acoges a sagrado y, sin venir a cuento, te topas con Zapatero en brazos de la Virgen María. Quizá en la foto no se recoge toda la esencia, pero ya te digo que ninguno de los presentes en tan inédita revelación hemos dudado de su identidad.

En Amsterdam hay bicis por todos lados,  en Utrecht sólo se ven circular bicis. Al menos en el centro. Es entretenido sentarse en una terraza y esperar a que el viento tire una bici para ver si el efecto dominó hace caer a todas las demás. Y con tan intrigante divertimento regresamos a Amsterdam.

Como ya no pillamos abierto el museo de Vang Gogh, hacemos comida/cena con el jamón extremeño porque, aunque aquí hay comida rápida (y barata) por todos lados, tenemos interiorizado el Síndrome de Noruega (donde un sandwich con una cerveza nos costó 30 euros), así que nuestro jamón nos acompaña siempre. En ese momento me encuentro ahora, todos los insensatos dormidos hasta la hora de poner dirección al desenfreno bullicioso de Amsterdam Night, y yo, que me debo a mi público, aquí con esta tarea. Mañana más.

PD. Me escribís al email diciendo que los comentarios no entran. Esto ya ha pasado otras veces, alguien me dijo algún día que desde su PC solo entran cuando le da dos o tres veces al "enviar", pues eso, si quieres... insiste.

Amsterdam (I)

Tienes poco tiempo para ver la ciudad, ya llevas cuatro horas pateando sin sentido sus calles, hace un frío del carajo, y la bruma se convierte directamente en lluvía...casi va a ser bueno hacer alguna concesión al turismo tradicional. Así que te metes con otros cuantos turistas en un barco que recorre los canales y que te da la verdadera perspectiva de una ciudad que, sin iconos monumentales, te asombra en cada rincón con su permanente aspiración a postal.
El barco estaba acristalado, y como bien sabrás por otras veces, si llueve en un cristal la visión a través del mismo no es todo lo nítida que cabría esperar del precio que has pagado por el paseo. Además los turistas empañan los cristales por esa costumbre tonta (y en este caso insolidaria) de respirar. Menos mal que la tecnología punta hace su aparición en forma de rollo de cocina que nos vamos pasando de proa a popa, y empezamos a abrir ventanas con explícito desprecio a la latitud y al mes en el que estamos. Y...vaya que sí, merece la pena.

A las 5 y media de la tarde ya es noche cerrada y no tienes más remedio que meterte en algún bar que se parece al de Cheers y después de un rato te sientes homeneajedo escuchando todo el plantel de rumba y Julios Iglesias que aguarda en todos los bares del mundo en espera de un grupo de turistas españoles.
Y después de otro rato el homenaje roza el delirio cuando te ponen Los Pajaritos, y ya casi que nos sentimos tan colegas que que insinuamos que nos inviten a la siguiente...y en este momento todo colegueo se evapora como un sueño al despertar.

No doy pa más, he dormido muy poco y la calle me espera. Esta noche, si eso, os saco otro rato y os enseño más cosas.



viernes, 7 de enero de 2011

Amsterdam

Cuando supe que aterrizábamos en un municipio llamado Haarlemmermeer deduje que el neerlandés no iba a ser tan sencillo como tú posiblemente piensas. Así que, conociendo el plantel de acompañantes y su ¿precario? (por ser condescendiente) nivel de idiomas, me propuse estas navidades refrescar mi "inglés-pa-emergencias". Quedó en simple propuesta. Pero aquí estamos, confiando que a esta gente se les haya pasado el berrinche de la final de Sudáfrica y esperando que sean pacientes y, sobre todo, gesticulantes.
Como los "insensatos" son reincidentes profesionales se hace difícil introducir circunstancias sorpresivas. Casi milagrosas en este caso. Qué caritas se les ha quedado cuando hemos llegado a nuestro alojamiento y, en vez de toparse con una horda de desheredados compartiendo barracón en un albergue, se han encontrado con un Hotel de 4* con su sauna, su gimnasio, su desayuno de bufé, y sus camas de 2x2.

Y en marcha. Dispuestos a aprovechar cada segundo en estas tierras de canales, biciletas, quesos, tulipanes, molinos, marihuana, y escaparates de putas (creo que no me ha quedado tan poético como yo pretendía).

miércoles, 5 de enero de 2011

¡ Vístete, que nos vamos ¡

Esta moza que os pongo en la imagen expone gráficamente el bulto que puede representar vuestro equipaje. Nada de maleta llenas de "por-si-acaso", únicamente podréis llevar un equipaje de mano. Como esto ya lo habéis hecho más veces no os tendré que indicar que si queréis llevar más de lo que cabe solo tenéis que llevarlo sobrepuesto (evitad esta técnica con la ropa interior, resulta muy embarazoso).
Complementos playeros ni uno. Id abrigaitos que la primera noche va a ser larga, pero esta vez no llevéis mortadela ni sardinas: el destino es barato...este dato  fulmina vuestras previsiones, lo sé . Ah...si tienes dólares u otra moneda extranjera quizá los quieras usar para un posible canje.

Aquí tenéis la misma foto que os envié al email  vista desde arriba. Efectivamente, era una isla. No habéis acertao ni uno, es La Gomera...y eran los Santos Inocentes.