jueves, 23 de febrero de 2012

Three Cities and... goodbye Malta.

Una isla que mide poco más que un término municipal no da para demasiadas concesiones viajeras por tierra, asi que hoy la excursión la hacemos en barco.

Te recogen en un furgón en el que te llevan al centro de la ciudad para coger un bus que pasa de nuevo por la puerta del hotel y que, finalmente, te lleva al puerto de Sliema. Puerto al que podríamos haber llegado andando desde el hotel en mucho menos tiempo.

 Cuántas cosas os podría contar si hubiese atendido y entendido al guía del barco, pero ni lo uno ni lo otro, prefiero no plantearme qué es causa y qué es consecuencia.

Lo más fotografiado en La Valeta es el imponente perfil que ofrecen las ciudades que tienes al otro lado de la estrecha lengua de mar que nos separa, son las Tres Ciudades: Vittoriosa, Senglea y Cospicua (en la foto). En ellas se asentaron inicialmente los Caballeros de Malta por lo que sus fortalezas, palacios e iglesias son más antiguos que los de La Valeta. Como el barco no para, y el agua debe estar fría, te quedas sin ver las ciudades por dentro. Pero no te importa porque en popa vas tomando el sol  tan ricamente, y te vas quemando la cara sin sospechar que en febrero también puedes coger el tonillo de nariz-fresón-de-huelva.

Tras 90 minutos de minicrucero te llevan al puerto del que saliste (Sliema) y tardas 5 minutos en volverte a montar en un taxi acuático para regresar a La Valeta.

Tras encadenados fracasos por comer el plato tradicional (conejo) hacemos una concesión a la comida maltesa. Un plato degustación hunde la presentación gastronómica de la isla. No quiero yo decir que en Malta se coma mal, pero aquello estaba asqueroso. Y, por hacernos los cultos, nos metemos en la Biblioteca Nacional (estilo Harry Potter) y el bibliotecario nos riñe de mala manera por flanquear la fina línea que separa a los visitantes de los investigadores, y ni yo me atrevo a sacar la cámara por miedo a una severa represión de tan malhumorado caballero de Malta.

Desembarcas en Sliema y te vas hasta St.Julian por la playa. Con el contradictorio término de "Playa Rocosa" los malteses confunden al turista veraniego y los hay que, llevados por el engaño, han intentado echar aquí unas palas acabando con los pie hecho jirones y con varios dedos rotos. Eso sí, la espectacular transparencia de sus aguas lo compensa, además han tallado una especie de piscinas en las rocas que tienen muy buena pinta para permanecer en remojo sin las infinitas amenazas que te acechan en mar abierto (en ambas fotos puedes ver al fondo Portonasso Tower).

Aunque cierta dosis de tensión se puede echar en falta en el SPA, así que sacas tu cámara (expresamente prohibido) y te pones a hacer tu "Especial Balneario". Pero ni te pillan ni ná, así que sin pena ni gloria os lo muestro desde dentro.

Y ya, metidos en Cuaresma, te despides del país. Malta está muy bien para un finde largo, no da para más... a no ser que te quieras venir en verano a pasar calor, a hacer submarinismo, a emborracharte como un hooligan, o a partirte los pies jugando en la "playa" a las palas. Además, me temo que en verano no te podrías permitir el Hotel que hemos disfrutado cuyo nombre no voy a desvelar porque, aunque me lo han suplicado, no pueden sufragar el coste promocional de salir en este blog. 

Hasta la próxima, amiguitos. O dicho en maltés ... Sakemm il-vjaġġ li jmiss ¡ (menos mal que son bilingües).

Este viaje contiene: 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Sigthseeing, North Route

Esta gente conduce por la izquierda, hecho que de por sí desaconseja la opción de alquilar un coche para visitar la isla. Para qué complicarse si existen unos autobuses turísticos que la recorren y de los que te puedes bajar cuando quieras, visitar lo que te plazca y volverte a montar para seguir la ruta. Además desde el hotel lo organizan todo para que tú tengas más tiempo de atiborrarte en el buffet del desayuno como si fuera tu última cena.

Dos itinerarios a elegir: rojo o azul. Como elegimos el azul en la foto te pongo el rojo para que lo completes por tu cuenta.Primera parada: La Valletta. Este país es la consecuencia de una historia turbulenta de invasiones y guerras, así que fortificaciones por todos lados para defenderse de los fenicios, de los griegos, de los romanos, de los turcos, de los españoles... al final pa los ingleses. Y Caballeros de Malta (que, curiosamente, eran de aquí) en todas las tiendas. La ciudad es bonita, caminas sin ton ni son hasta que miras el reloj y recuerdas que aquí oscurece mucho antes (es lo que tiene compartir huso horario dos mil kms más al este) así que hay que montarse en el siguiente bus para continuar la ruta.



Nos adentramos en la isla (si por adentrarse entiendes una decena escasa de kms) y te preguntarías, una vez más, qué extraño virus ataca al turista si nos hubieras visto camino de Mdina en un bus descapotable en pleno febrero.  Evidenciando que su virus particular está en su fase más aniquiladora, alguien sugiere que visitemos Mdina en calesa. Un chaparrón rehabilitador le cae al sugerente.

La ciudad es pequeñita y resultona, en esta época escasean los turistas así que la ciudad  se evidencia como si fuera un decorado de cartón piedra, hecho que explica que los malteses se estén forrando cediendo sus ciudades para rodar pelis.

A escasa distancia aparece Rabat, el virus agilipollante del turista se debilita y nos ponemos en la parte inferior del bus. Pero las consecuencias ya son irreversibles así que pasamos de Rabat porque tenemos el frío metido en el cuerpo y ansiamos más la sauna filandesa y el hidromasaje que las catacumbas al relente que nos ofrecen nuestros auriculares de audioguía.

El resto del trayecto transcurre entre valles de calabacines y pimientos, difiere bastante del secarral árido que te encontrarás si vienes en verano. También destacó la voz grabada de nuestros auriculares una pequeña playa de arena (una atracción en una isla sin playas), y la ciudad de Bugibba, la más poblada de la isla como único mérito de presentación. Así que poco más que comentar. Bueno sí, quizá tendría que dejar esta reflexión para que generaciones venideras la tengan en cuenta:  las posibilidades de hacer turismo fuera de tu alojamiento es inversamente proporcional al confort que te ofrezca el mismo. Pa la próxima alquilo un sótano, si puede ser con ratas.


domingo, 19 de febrero de 2012

Welcome to Malta.


Digamos que es sábado 18 de febrero. Acabamos de llegar.

De punta a punta, la isla no tiene más de 30 kms. Tan siquiera he tenido que cambiar el mapa coloreado del encabezamiento porque este país tan chiquitín no abarca ni medio pixel, así que ni se nota. 

Con mi recién adquirido "dominio" del inglés me doy cuenta de que en Malta se habla maltés. Ellos dicen que son bilingües (por eso de vivir de los cursos de inglés) pero en realidad entre ellos hablan su lengua que es una mezcla entre italiano, árabe y torrejoncillano (reseña cultural no contrastada).
Salimos del hotel, intentamos picar un poquito para no perder tiempo pero nos ponemos a reventar de spaguettis y pizzas, y para bajarlo recorremos  la bahía. Cuando estamos ya cansainos hacemos como que queremos seguir haciendo cosas y nos metemos en un barco, más que ná, para sentarnos. Nos hubiera dado igual porque ni preguntamos, pero afortunadamente el barco no iba a Libia sino a La Valeta, capital de Malta y ciudad de obligada visita que ya mañana os enseño mejor.

Es sábado noche y estamos en Carnaval y me acuerdo de un tal Javi que me desaconsejó alojarme en La Valeta porque "es una ciudad turística de día pero muerta de noche", ya te pillaré tío listo. Así que de vuelta, esta vez en bus, a St.Julian´s donde no hay Carnaval pero sí nos espera nuestra primera inmersión en el peazo SPA del hotel.

Y después del remojo habrá que tomar un algo por ahí. La zona de copeo se llama Placeville, y nos gusta regular así que nos vamos a la discoteca más chic del país, no por la discoteca en sí sino porque sabéis por otras veces que tiendo a encaramarme en lo más alto que me dejen. En Malta lo más alto es Portomasso Tower. En el único rascacielos del país puedes mirar a todos los malteses por encima del hombro, por altura y por... ¿clase?. La carta de las mesas incluían champán  de 999€, así que nos resultaron bastante cutres las Paris-Hilton locales cuando pedían a nuestro alrededor champán de 200 € la botella. Ni un culín nos ofrecieron. Ordinarias.

sábado, 18 de febrero de 2012

Suspensión cautelar de la información.

Lo primero las caras: fliparon con el destino, casi se llegó al desmayo con el Hotel. Los Insensatos empiezan a sospechar que trapicheo con algo y que estos viajes son solo una tapadera, ellos más allá del carnaval de Badajoz no se veían.

Se hace saber .... a ver si me explico. Entre la pateada del día de hoy y el comienzo de la noche de hoy nos hemos dado una tregua de hora y media. En otras ocasiones aprovechaba ese momento de "relax" para escribir la crónica del día. En otras ocasiones no tenía toda clase de "cacharritos" acuáticos (sí el de la foto de la primera entrada es el SPA del hotel)  donde aliviar el atracón turístico.

Es decir, que esta vez las crónicas serán cuando llegue, en riguroso diferido a partir del martes. Seguro que lo entiendes.

Abróchense los cinturones...

(Esta entrada esta temporalizada para que los curiosos que se acerquen al blog sepan el destino al mismo momento que los Insensatos).

Miras los 200€ que gestionas por cabeza para cuatro noches y te acuerdas con melancolía de otras convocatorias (Senegal, Noruega...) de un poquito más de presupuesto. La primera noche toca en un hotel madrileño bastante digno que hace temblar el fondo, y el resto...

Pensando en el destino buscas un sitio donde puedas patear calles chulas, las ciudades Patrimonio de la Humanidad suelen ser baza segura. Y puestos a pedir, te gustaría que hubiese algo de movimiento por eso de echarte unas cervecinas, y así a lo tonto encuentras un sitio donde se celebra el Carnaval.

Y echas cuentas. Y a ver si puede ser que el alojamiento no sea muy cutre. Al menos limpio y con camas decentes... y con SPA. Y si está  a pie de playa ya sería cojonudo. Y te salen las cuentas. Y vas y pillas un Hotel de cinco estrellas. Claro, mosquea, no sabes si el error está en el precio o en las estrellas. Y te metes a ver opiniones en foros: todo el mundo dice que es de lo mejorcito que hay por la zona. Disipado el mosqueo.

Vale, pero hay que llegar hasta la costa, y no está tan cerca. Y estupefacto quedas cuando compruebas que da para el viaje, para el Hotel-Spa de 5 estrellas  (desayuno incluido), a pie de playa, en una ciudad Patrimonio de la Humanidad y con celebraciones carnavaleras. P´alante.


A ver qué cara ponen esta vez los Insensatos, ya te lo iré contando.

 Por cierto, no me llames, estoy en Malta.