viernes, 2 de abril de 2010

Lillehammer

Anoche se produjo una escisión: dos insensatos (los más) después de llegar de Göteborg a las tantas se metieron en otro tren para allí hacer noche viajando hasta el Tren de Flam , un tren turïstico con muy buena pinta que va por un fiordo. El resto nos hemos ido al norte, casi al buen tuntún...un poquito documentados sí que íbamos, que el google hace milagros, y una moneda a cara o cruz hizo el resto.

Espectacular. Sólo salir de Oslo el tren se ha metido en bosques interminables y hemos ido a parar al lago Mjøsa, el más grande de Noruega...totalmente helado.  En el trayecto hemos acabado con las baterías de las cámaras de fotos. Han sido dos horas de ¡haaaala¡. Como se debería haber previsto, casi todas las fotos han salido movidas, y cuando llegamos al destino ya no quedaba batería en ninguna de las cámaras, así que hemos tenido que tirar de móviles (no del  mío, que si lo conoces sabrás que en vez de fotos sacaría una pintura rupestre).

Tan siquiera os puedo enseñar a unos pescadores perforando el lago para pescar, igualito en la tele. Total, la documentación un desastre.

Te sonará Lillehammer porque ya tienes una edad para recordar que allí se celebró en 1994 los juegos olímpicos de invierno. Es una ciudad pequeñita y superpija, a la orilla del Lago. Te metes en un restaurante y ves a un montón de noruegos bebiendo, comiendo y hablando animadamente, incluso a veces gritando. Y te tomas dos cervezas con un sandwich de pollo con huevos y patatas fritas y te quedas tan pancho cuando te dicen que vale 250 coronas (algo más de 30 €).

De vuelta, el tren se para antes de llegar a Oslo, dicen muchas cosas por megafonía, pero para nosotros el noruego es como para tí el afgano. Una chica supone (acertadamente) que no nos hemos enterado de nada y nos dice en español que ha habido una avería y que tenemos que tomar un bus. Al final volvemos en un minibus y sin indemnización y sin nada...para que veais que en todos sitios cuecen habas.

Mañana regresamos, esta será la última entrada de este viaje. Pero antes de irme no quiero dejaros con una idea equivocada de los noruegos. Sin contar los que nos riñeron en el tren, TODO el mundo con el que hemos hablado siempre nos ha ofrecido una sonrisa de oreja a oreja y una paciencia digna de salir en este blog (el que nos informaba en la estación de tren de Oslo a puntito ha estado de invitarnos a la comunión de su hija). Así que el único "pero" es que es tan caro como dicen y te cobran hasta por mear (10 coronas, concretamente).

Y nos vamos a tomar una cervecina, que es Jueves Santo y seguro que vemos alguna procesión.

Y si quieres... ! hasta la próxima ¡

jueves, 1 de abril de 2010

Göteborg

Definitivamente lo de hablar noruego tiene que ser cansadísimo porque nadie lo hace. Al menos en público. Nos metemos en un tren tos los seis, tres en la parte delantera de un vagón, tres en la parte trasera. A los de delante les ríñó el revisor por hacer ruido, a los de atrás fue un pasajero el que se acercó para decirnos que nos callásemos. Vale que era muy temprano pero estábamos susurrando, y sí: no vimos un cartelito que ponía al entrar en el vagón "Quite Zone" (qué te calles, coño), esta gente es mu ñoña, en serio. Así que ná: cuatro horas de silencio inducido (por temor a un ataque vikingo) y nos plantamos en Suecia.

Qué voy a decir del paisaje hasta Göteborg que no os podáis imaginar !...pues eso, os lo imagináis. Veeenga os pongo una fotina.
El caso es que, pese al madrugón, no dormí ni un minutín, ná más que tol rato con las nariz en la ventanilla (panorámica) -la ventanilla, la nariz la de siempre-.

Dos horas de recorrido por Noruega, dos horas por Suecia (sin saber dónde está la frontera) y llegamos a la ciudad  del equipo nórdico de fútbol más molón y patria del imperio Volvo: Göteborg.

Madrita mía, no ha parao de llover en todo el día, menos mal que como vamos disfrazados como el equipo olímpico de esquí alpino ni sentimos ni padecemos (bueno sí, un poco).

 Aquí os dejo unas fotos del pueblo que vosotros veis tan rápido pero que a nosotros nos ha costado 8 horas de pateo a paso ligero.  Y, entre tú y yo, lo más destacable ha sido el trayecto en tren y la alegría de poder pagar un café a "sólo" dos euros (en Noruega cuatro). Y lo de las suecas, pura leyenda...en su habitat pierden bastante.















De vuelta a casa (metafórico) -en el tren- un perro de la policía se interesa por nosotros (sin duda a causa de que esta mañana no hubo tiempo de ducharse) y la  policía vikinga que lo sujetaba somete a uno de los insensatos a un tercer grado: el insensato, a su vez, somete a la vikinga a un ejercicio de paciencia inmisericorde mirándola sin comprender (sin hablar, y casi sin respirar), hasta que ésta da por hecho que muy peligrosos no podemos ser con esa pose de insistente alelamiento.

Y hasta aquí la función de hoy. Mañana da nieve, qué bonito.