miércoles, 26 de febrero de 2020

Nápoles

Llegas al aeropuerto y es como el de cualquier ciudad europea: sus escaleras mecánicas, sus puertas automáticas, su disparo en la sien con un termómetro por si llevas el coronavirus,  su policía fiscal preguntándote cuánto dinero llevas en metálico...en fin, lo normal.

Es salir del aeropuerto y te vienen dos opciones: A) que te has equivocado de continente, B) aceptar que a veces los tópicos  se cumplen. Pues va a ser B aunque las calles, el caos en las intersecciones, los bocinazos, el mobiliario urbano y la calzada te recuerden más a Tetuán que a una ciudad europea. Aunque cuando llegas a tu barrio (al lado de la Piazza Garibaldi) en vez de Tetuán te parece Katmandú.

Comienzas a andar hacia el centro al buen tuntún y te encuentras el funicular central y te montas porque has leído que las vistas son muy bonitas. Todo el trayecto discurre por un túnel hormigonado y llegas a la cumbre de una cima sin haber visto nada de nada. Pero quiere la providencia llevarte hasta el Castillo de San Telmo (para ti que eres más de acertar a la primera te aconsejo el funicular de Montesanto) una magnífica fortificación donde alguien grita por un megáfono que la Biglieteria está a à derecha y que hay que pagar las mejores vistas de Nápoles, con el Vesubio al fondo.

A lo mejor si te tropiezas llegarías rodando al mar: no es mi pretensión ofenderte con tu redondez sino una forma de explicar lo empinada que están las calles hasta desembocar en la Plaza del Plebiscito. Por un lado el Palacio Real, por otro la Basílica de San Francisco de Padua: por dentro es parecidísimo al Parthenon, te lo digo por si en tu "insta" quieres ubicarte en Roma. A pocos metros de la plaza encontrarás la Galleria de Umberto I igualito a la de Enmanuelle II... por si quieres decir que también fuiste a Milán. Mira qué bien, sin salir de la Plaza ya puedes fardar de haber recorrido el país de norte a sur.

Llegas al Quartieri Spagnolo y flipas. Pintoresco, auténtico, profundo, desaliñado...todo cabe. Estrechas calles con su ropa tendida, las esquelas de medio metro, altares acristalados con los retratos de los difuntos, las miradas perdidas y ausentes de algunos peatones...sí, aparte de muchos indigentes también se ve gente, cómo decirlo.. peculiar, como ida, como si hubieran abusado demasiado de ciertas sustancias y se les notara las secuelas, a ver si te pongo algún ejemplo que puedas entender: ah sí, gentes como el Luisma y el Barajas. O como a Maradona, el napolitano nacido en Argentina a quien aquí se venera como un Dios, con su altar y todo.


Para el turista que recorre  los puntos monumentales lo del caos y la suciedad puede resultarle incluso pintoresco, pero te aseguro que resulta cansino: los pasos de peatones no se respetan, los semáforos tampoco, lo bueno es que el peatón también hace lo propio y puedes cruzar por donde te de la gana siempre que no te tiemble la palma de la mano al parar los coches con determinación . Lo de las motos es otra: no es excepcional ver tres en una moto, sin casco, por supuesto; cuando ves pasar un pastor alemán (adulto) viajando entre dos personas ya ni te sorprende, pero la palma se la lleva la de la foto: la ragazza escribiendo al móvil mientras el bambino salta alegremente agarrado al manillar. Señores de la DGT que siguen este blog: !!no tengan piedad con ella!!!

Para que no te quedes con mal sabor de boca, te muestro un poco más la otra cara. Las obras de metro de la Piazza Municipio se han paralizado porque han encontrado un puerto griego. Tal cual. Y es q dicen de Nápoles que es como una Lasagna y cada capa una civilización que ha dejado sus huellas: en la parte baja griegos y fenicios, luego romanos, visigodos, franceses y españoles. Toma Vía Toledo en dirección Piazza di Dante y toparás con una de las primeras capas de la lasagna: la   Ciudad Subterránea una laberíntica ciudad debajo de la ciudad de pasadizos estrechos donde te adentras con una vela y con la sensación de que quizás no salgas de allí nunca más. Esta ciudad se construyó por los griegos, pero fue en el siglo XX donde encontró mayor utilidad albergando a 200 mil napolitanos al cobijo de los incesantes  bombardeos en la II GM, seguro que sabes que Nápoles fe la ciudad italiana más castigada por esta guerra. Sigue por Spaccanapoli para adentrarte en el Duomo di San Gennaro, la espectacular catedral donde se conserva el Tesoro di San Gennaro, una de las colecciones de joyas más importante del mundo, que contiene además la reliquia de la licuefacción de la sangre del santo que un día al año se hace líquida vete tú a saber por qué.

Camina hacia el puerto deportivo y pilla paseo marítimo hasta  Castello dell'Ovo donde el Rey no sé cuantito (de eso no me enteré, pregunta tú) escondió un huevo en una caja y proclamó que cuando se rompiera el huevo Nápoles desaparecería. El huevo sigue sin aparecer y los historiadores siguen sin desvelar qué se había fumao el colega. Regresa por Piazza Municipio, llena de lobos hambrientos, haciendo unas fotos al Castillo Novo o de Maschio Angioino y ya estás en el puerto. Y, ya que estás aquí, pilla un ferry que te vas a una isla. Pero eso ya será mañana.

Nápoles no te dejará indiferente: caótica, monumental, ruidosa, religiosa o irreverente...bella, Napoli!!

Para despedirte de la ciudad harías bien en reservar habitación en el NH que ocupa el único rascacielos en el centro de la ciudad. Sube a la planta 30 y tendrás unas vistas espectaculares. Si no te compensa lo de alquilar habitación para echar unas fotos te va a tocar, como a mí, colarte.


Este viaje incluye los siguientes post: 

1. Nápoles.
2. Isla de Capri.
3. Vesubio y Pompeya.


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