No has puesto aún los dos pies en tierra y ya has comprado una excursión para darle la vuelta a la isla en barca y mitigar el cabreo del ferry. La barca se llama la Grotta Azzurra, una célebre gruta con aguas cristalinas y estalactitas. Allí se mete la barca salvo que haya marea alta. Hay marea alta. Tan alta que solo deja a descubierto un trocito de la entrada a la gruta por el que difícilmente entrarías en una colchoneta (posiblemente para ahogarte dentro) así que desde el barquito te piden que imagines el agua azul eléctrica que no vamos a ver en esta ocasión, pero si vuelves por aquí y la marea está baja lo mismo sí.
Bueno a lo mejor te suena a desastre total pero, aún sin gruta, merece la pena: altísimos acantilados, cuevas, aguas cristalinas donde puedes ver como se hunden mis gafas de sol hasta tocar fondo, la casa de Sofía Loren, y, por supuesto, el sitio donde D&G grabó su anuncio más conocido: los Farallones de Capri, tres grandes peñascos de más de 100 metros de altura plasmados en toda la imaginería de souvenir de Capri (magnetos, postales, platos, manteles, cuadros...). Por el túnel que forma el Faragliones di Mezzo pasa el Grotta Azzurra para alborozo de todos los guiris que celebramos la buena maña del capitán del Grotta para no estrellarnos contra las rocas.
Una vez que Google Map te ha reubicado bajas a Marina Grande donde te espera otra vez el Ferry donde no te dejan salir a cubierta, aunque al menos esta vez han puesto a un numeroso grupo de chinos para que el trayecto se haga más emocionante en plena histeria mundial por el coronavirus. Como los chinos han ido a la planta baja te quedas arriba observando como todos los occidentales que bajan por las escaleras, al ver el percal, suben de inmediato: creo que hay razones más que contundentes para dejarnos salir a cubierta. Pero ni por esas !
Este viaje incluye los siguientes post:
1. Nápoles.
2. Isla de Capri.
3. Vesubio y Pompeya.
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