miércoles, 21 de noviembre de 2012

Dobrich y Varna


Si la ilusión de tu vida era conocer Dobrich estás de enhorabuena. Entra en la frugoneta y hazte un ocho para ver algo por la ventanilla  (que te te llega hasta la barbilla) y en una horita te plantas ante una ciudad que todavía huele a stalinismo por sus viviendas en bloques, por sus estatuas, por sus espacios abiertos... de hecho Bulgaria fue el satélite más fiel de Moscú, y, por lo visto, se llevaba fatal con todo lo que oliera a occidente.


Si la ilusión de tu vida era conocer Dobrich vaya vida más triste la tuya. Te meten en la Escuela Universitaria de Hostelería "donde estudian alumnos de todo el mundo" (sí, y qué más¡). Aparte de colaborar a desescamar un salmón, lo más impactante de la visita lo encuentras en una vitrina donde guardan como oro en paño la participación de la Escuela en la Feria de la Tapa de Valladolid 2011.

Venga tira p´al bus, casi mejor sigas rumbo al Mar Negro. En el siglo pasado, ahí es ná, te bañaste en este Mar en la costa rumana y, a pesar del tiempo transcurrido, te encuentras el mar como entonces: lleno de agua. Tres horas de viaje para que te metan en un hotel vacío que solo abre de abril a septiembre: el Gran Meliá Hermitage. Aquí hacen prácticas los de la Escuela de Dobrich. Aparte de esa circunstancia...¿para qué has venido a un hotel vacío?, pues para ver lo siniestro que puede llegar a ser unas macroinstalaciones con todo el mobiliario cubierto, y también para sacar pecho y decir que la empresa es española porque el resto (sobre todo los franceses) se pasan el día midiéndosela (nótese, aunque metafórica, la elegancia de la expresión).

Ah, que no lo he dicho, el Benidorm búlgaro se llama Varna y es, como ya sabes, la tercera ciudad más importante del país. Si te bajas del bus en la catedral se te acercará un búlgaro balbuceando en francés lo bonita que es Francia. Le dices que eres español y te suelta de carrerilla la alineación de la selección de fútbol, te gustaría decirle: "tú estás tontito, ¿no?", pero le sonries y, aunque no te lo haya pedido, le atizas un levi (50 centimos) de pura penita que te ha dado.

 Date una vueltecilla por el centro para confirmar lo sorprendente que resulta la calidad y cantidad de escaparates de tiendas, bares y restaurantes en un país donde el sueldo medio es de 140€. Comer en un restaurante de gama media viene a costar unos 7 €, que para tí es muy barato pero para un búlgaro es una clavada en toda regla. Y ya si entras en un supermercado (sí, ya sabes que eso me entretiene más que la Capilla Sixtina) la desproporción se dispara (huevos, leche o pan cuestan aproximadamente un 20% menos que en España), por lo que te cuestionas cómo puede aparentar esta gente  buena salud nutricional. Quizá mañana me entere.

2 comentarios:

  1. O soy yo y mis circunstancias o noto poca efusividad en tu crónica, si es verdad que pa ser ciudades importantes en el mapa luego sólo es nombre (pd.Constanza/Rumania), AH! eso es lo de menos, que siempre hay algo que ver, aprender y contar. Que parte del grupo no te llena... dales un poco de vidilla (mejor que tu pa entender a los franceses). Bsss.

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  2. No imaginaba yo que esta semana tuviese inmersión en Bulgaria, pero ya que nos lo sirves tan entretenido como siempre hagra que degustar lo mucho o lo poco que dé de si. Pasalo bene. Mario

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