sábado, 17 de febrero de 2018

Dublín


Si pusiste mal tus apellidos al hacer la reserva de vuelo más te vale pensar para tus adentros que en qué estarías tú pensando mientras que para tus afueras pones cara de indignación total y le echas la culpa a la compañía o a alguien que pase por allí. Con eso te dejan pasar, pero bajo la amenaza de “lo-mismo-no-vuelves”, así que para la vuelta llegas con una antelación desmedidad por si tienes que indignarte otra vez. Y aquí me tienes dos horas antes en la puerta de embarque porque nadie se ha fijado en esa tontería de cambiarme de apellidos. Y como siempre, échate un poco de la colonia más cara para oler sofisticado. Si te echaste de mujer sin querer, échate el doble de la de hombre porque tiene que hacer dos funciones: primero tapar el olor anterior y luego lo de la sofisticación. No sé si me hueles pero yo me tengo mareaito.

La primera vez que estuve en esta ciudad dije que era de las capitales europeas más feas que había visitado, no te creas que vi mucho aparte de los bares de Temple Bar, así que no le hice mucho caso a mi opinión y me vine 15 días para corregirme. Sí, es verdad que no es tan majestuosa como otras capitales pero no le faltan sitios chulos, es más pequeñita, y los bares siempre están superanimados. Bueno…no todos, si te vas a mi barrio (Rialto) te puedes tomar una pinta por la mitad que en el centro y aquí los irish-irish, no los guiris de las zonas turísticas, están callados con su Guiness en la barra escuchando las noticias o viendo algún partido. Así que cuando entres en un anímadísimo bar donde todo el mundo canta y baila pregúntate si todos son turistas antes de colgarle a los irlandeses el sambenito de alegres y animados.

Ahora que te has tomado unas pintas monta que te llevo a recorrer la ciudad. Espero que te guste andar, las distancias son asequibles y el transporte público es deficiente y caro. Te llevo a la Christ Church, también conocida como la Catedral de la Santísima Trinidad. Si llegas y hay dos filas en la que en una hay que pagar 7€ y en la otra hay una excursión de Getafe, elige B. Aprovechando que sus verdaderos profes han entrado los primeros, métete entre el muchacherío y a la hora de pasar los tornos ponte el traje de profe entregado y, gesticulando bien para que te vea el de seguridad, motívales con un “venga chicos, id entrando”, mientras se miran entre ellos pensando “quién-es-este-tío”. Mientras pasas por el torno abierto para grupos caen en la cuenta: “se ha colado, tú !”, se decían mientras me sonreían agradecidos por esa clase magistral que acababan de recibir. La otra catedral es la de Saint Patrick por la que paso todos los días para volver casa, pero sin los de Getafe no es lo mismo.

Mientras despotrico del tráfico tú date una vuelta por, O'Connell Street, la principal arteria de Dublín. La calle comienza sobre el río Liffey, en el puente O'Connell (un puente más ancho que largo), y finaliza en Parnell Street. Por esta zona los semáforos duran en verde 6 segundos, por mi barrio dos. Es imposible llegar al otro lado con el muñequito verde encendido, razón por la cual, muchas selecciones olímpicas de los 100 metros libres vienen a ejercitarse a los semáforos de Dublín. Los pitidos son constantes en los cruces, los pasos de peatones casi inexistente, a veces, cuando cruzas entre los coches, te da la sensación de estar en otras latitudes. Eso sí, los precios son del primerísimo mundo: casi tres euros el bus urbano por trayecto. No hay metro y las dos líneas de tranvía no se cruzan entre sí, no sé si lo hicieron sin querer o para hacer de reir…y en fin, que el transporte es un desastre. Si vienes por dos días casi mejor es que te montes en un bus turísticos y te garantizas todo el recorrido y una buena clavada de esas que escuecen, pero será otro  bonito motivo para el recuerdo.


Supongo que mientras yo hablaba tú habrás llegado a Temple Bar, que no es un bar, sino un barrio, y ya te habrás mezclado con otros guiris a tomarte una pinta por 7.5 €. Venga, de un trago, que te llevo a Grafton Street, una de las calles peatonales más importantes y concurridas de toda la ciudad donde puedes tocarle las tetas a Molly Malone si quieres volver a la ciudad, ya sabéis que estas supersticiones son científicamente demostrables y por eso esta frutera tiene esas tetas tan brillantes. Y porque su escote tira más que su carreta, que sepas que la canción de Molly Malone es el himno de Dublín.

 Sigue la ruta y date un  respiro en St Stephens Green. Construido en 1664, es uno de los parques públicos más antiguos de Irlanda, no se hizo como parque sino como abrevadero de ovejas y eso era muy apreciado por la burguesía y por eso el parque está rodeado de casas señoriales…ya sé que no te cuadra pero te juro que yo entendí eso, reclamaré a los de la academia de inglés.
Si aún te quedan fuerzas vete al otro lado de la ciudad para adentrarte en Guinness Storehouse, la fábrica de Guinnes, el símbolo de la ciudad junto con el trébol y un señor vestido de verde de cuyo nombre no puedo acordarme. Sí, no ha sido como lo de las ovejas, has entendido bien: la entrada cuesta 20€ pero el señor de la taquilla no tiene culpa para que tú le mires con esa cara de tonto que se te ha quedado. Menos mal que incluye una cañita en el último piso y las vistas son chulas.

Ya que estás cerca, pilla una bici en dublinbike que te vas a Phoenix Park, el parque urbano más grande de Europa. No siempre ocurre, pero a veces pasa que llegas al parque y se pone a nevar, algo no demasiado corriente en Dublín. Nieve sí, pero ni ciervos, ni venados ni otros bichos que te dijeron en la Escuela, así que cuando te aburres de dar vuelta por el bosque vuelves a la ciudad. Mejor deja la bici aparcada porque ya con un par de ocasiones comprometidas ya te has convencido de que eres un peligro para tí, pero también para los demás, conduciendo por la izquierda.

Has llegado al Castillo de Dublín, pero si quieres ver la parte vikinga tiene que ser con guía y después de las 16h no hay así que te hacen un vale que todavía conservo en el bolsillo, si vas a ir te lo doy y te ahorras la entrada. Y si tienes tiempo entre pinta y pinta date una vuelta por la Galería de Francis Bacon, el Museo de la emigración irlandesa y el Museo Nacional. Tampoco te va a pasar nada si sigues en el pub, ya te lo digo.

Y desde el aeropuerto te das cuenta que no has visitado Kilmainham Goal, la cárcel más famosa del país reconvertida en museo de la independencia. Si no es por las tetas de la Malon será por esto, pero volveré.

(y ya en España, te das cuentas de que uno de tus compas en la Escuela, un chaval italiano, es youtuber de esos que van a los sitios de gorra solamente por el impacto que tienen sus videos. Como al final no me animé a ir con él a Belfast me metí en su canal para ver qué había subido y a) su vídeo está tan chulo que me he ahorrado dinero y he visto lo mismo, b) sigo impactado con el medio millón de  seguidores !!!!...Jaki, con esta mención en mi blog seguro que en unos días llegas al millón !!! pincha este enlace para conocer a Jaki)

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