domingo, 18 de julio de 2010

17. "Gran Aventura"

¿Gran Aventura? . " "¡Gran Cagada ¡”, eso estaba pensando una hora y media antes de empezar la función. El caso es que a la hora convenida allí estábamos el grupo de insentatos que han pagado dinero para padecer en sentido físico y moral. Nos miramos en silencio, con mucho frío, nuestras miradas nos delatan: “¿qué hacemos aquí?”. El conductor del camión con su calefacción puesta en la cabina, nosotros, en el remolque, a la intemperie. “Con esta temperatura deberían cubrir con una lona”, me dice mi vecina de asiento queriéndoselas dar de sensata y precavida…”tarde, bonita”, pensé.

 El camión se adentra en la selva a mucha más velocidad de lo que cabría esperar como prudente en un sendero estrecho y embarrado. En la primera curva te aferras al asiento de delante y piensas si un palmito podrá resistir el impacto de tu cabeza pa cuando salgas volando. Lo de llevar el remolque al descubierto no es sólo para que sintamos el frescor salvaje: el sendero se convierte en un túnel de vegetación por lo que el ir a cielo descubierto también sirve para que tengas que ir esquivando las puntas de las lianas (para que no te abran el cráneo) y los brotes de bambú (para que no te saquen un ojo).Tú a un turista le puedes putear de mil formas, lo puedes maltratar, denigrar y exponer a riesgos: si ha pagado, aunque parezca retonto, disfrutará con lo que soporta. Así que risas durante todo el recorrido.




La máquina infernal se detiene, por fin, al lado de un río. Una lancha en el lecho de su cauce, tranquilo y sosegado, nos espera. Todo árbol, todo selva. Como no hace sol será difícil ver a caimanes, “es una pena porque hay muchos”, nos dicen antes de entrar en la embarcación.

Me coloco en un envidiado primer puesto de proa. La lancha corre río arriba y las aguas calmadas empiezan a convertirse en un torrente furioso. Navegamos a contracorriente a una velocidad más que considerable, el agua choca contra la embarcación y la hace zozobrar y saltar cada vez con mayor violencia. La embarcación hace un receso y nos indican que guardemos las cámaras de fotos porque necesitamos las dos manos para agarrarnos a la barandilla que nos separa del agua (y de los caimanes, pienso). Superada la etapa crítica el río se ensancha y la fuerza del agua se tranquiliza un poco. Y de frente, imponentes, los primeros chorros de la Cataratas de Iguazú.


A bastantes metros ya empieza la lluvia a caer sobre la lancha, y se acerca más y más, y yo esto ya lo viví en Niágara (vd. entrada nº19 con la etiqueta de Ontario) y vengo preparado: me quito las botas, las meto en el saco impermeable, me ato dos bolsas del Mercadona cuán elegantes mocasines, me pongo una gorra encima del gorro, y, encima de la gorra y del parca, un impermeable. ¡ Hala, preparado¡... se creían que me iban a asustar, pobres.

A ver si me entendéis con un ejercicio. Paso previo: espera a que sea mes de enero. Pasos a seguir: 1. Vístete como te vistes en esas fechas. 2.Introduce una silla de plástico (con el asiento levemente acuencado para que el agua se pueda estancar) en el plato de ducha de tu baño.3. Introduce una manguera a la misma altura de la ducha. 4. Siéntate en la silla.5.Abre el grifo del agua fría de la ducha y de la manguera hasta el tope. 6.Permanece bajo los chorros durante 20 segundos.

No se acercaron al chorro, lo atravesaron. Eso sí, uno pequeñito, el menos denso, cualquiera de los otros nos hubiera engullido…no sé si lo sabían o simplemente tuvimos suerte. El capitán de la embarcación (también conocido como El Hijo Puta),vestido con un traje aislante de pies a cabeza, acerca otra vez el morro de la embarcación al chorro. La gente grita entre una densa lluvia que hace imposible ver nada. Por la cantidad de agua que nos cae encima intuimos que la embarcación está muy cerca del chorro…ya nadie envidia la primera plaza de proa.

Acaba el suplicio y miras a tus acompañantes y notas que sienten lo mismo que tú. Que no se arrepienten, que estuvo bárbaro ¡. ¡ La concha de la lora, menuda panda de zumbaos ¡

Después de la experiencia reflexiono sobre las dos cosas más importantes que he aprendido en este viaje:
1º) que los pantalones desmontables son un magnífico invento para pasar del invierno a verano y viceversa, por lo que su creador merecería mayor reconocimiento y prestigio a nivel mundial, y
2º) que la imbecilidad humana no entiende de razas ni fronteras cuando nos vestimos de turistas.

Espero que el paracetamol haga su efecto para el resfriado antes de tomar el vuelo para Buenos Aires. Allí tendré un rato para hacer la última entrada del blog antes de tomar el avión a Madrid.

4 comentarios:

  1. Me he quedado sin palabras, pues a medida que iba leyendo os veía a todos en el fondo...buscando las llaves...materile rile.., pero no, si no, no estaría leyendo esto. Bss. y hasta prontoooooooo.

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  2. ¡Que sorpresa! y yo pensando que esto se habia acabao, peazo viaje tio, cada vez te superas más FELICIDADES. AH esos ratillos de tensión y penurias nos da vidilla a los demás porque en algún momento nos alegramos de no estar ahí... baaaaaa... que mala es la envidia. BSSS. Y ya de verdad ¿CUANDO VUELVES A CASA QUE SE PASA LA CALOR Y VAS A PASAR 3 INVIERNOS DE TIRON?

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  3. Ay mi niño, pasando penurias, que pena me das ¡ Sin embargo yo aqui tan comoda, en mi sillon, con mis libritos, con mis opos ¡ qué injusticia ¡

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  4. He probado el ejercicio de la ducha y no me ha gustado nada.

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