Está el campo muy bonito pero no encuentras ni un triste espárrago, y eso le quita bastante encanto al paseo. La vista del fiordo de Oslo desde el Homenkollen hace que merezca la pena no haberse quedado en España para procesionar y guardar ayuno y abstinencia. A la vuelta comprendes que lo único que le falta a los noruegos para hablar es estar borracho, y nos lo demuestran dos chavales durante el camino de vuelta y nos cantan "volare, volare" porque para ellos un italiano y un español es exactamente lo mismo, como un finlandés y un sueco para nosotros.
Nos vamos al fiordo de Oslo y en vez de coger el barco turístico nos montamos en uno de línea, que suelen hacer lo mismo pero más barato. Todavía no sabemos a dónde fuimos, pero regresamos sin mojarnos ni nada, así que no resultó mál.
También te pasas una buena parte de la tarde intentando organizar lo que tenía previsto para mañana: estación de tren, de autobuses, alquiler de coche... todo petao (aquí también hay vacaciones), así que hay que cambiar mi plan inicial. Mañana nos levantamos a las 5:30 para irnos a...