Si pusiste mal tus apellidos al hacer la
reserva de vuelo más te vale pensar para tus adentros que en qué estarías tú
pensando mientras que para tus afueras pones cara de indignación total y le
echas la culpa a la compañía o a alguien que pase por allí. Con eso te dejan
pasar, pero bajo la amenaza de “lo-mismo-no-vuelves”, así que para la vuelta
llegas con una antelación desmedidad por si tienes que indignarte otra vez. Y
aquí me tienes dos horas antes en la puerta de embarque porque nadie se ha
fijado en esa tontería de cambiarme de apellidos. Y como siempre,
échate un poco de la colonia más cara para oler sofisticado. Si te echaste de
mujer sin querer, échate el doble de la de hombre porque tiene que hacer dos
funciones: primero tapar el olor anterior y luego lo de la sofisticación. No sé
si me hueles pero yo me tengo mareaito.